Introducción
Muerto
joven el Fundador, no tuvo tiempo suficiente parta trazar un cuerpo
orgánico doctrinal y un plan de acción preciso para sus discípulos. Sólo nos
quedaros para configurar el perfíl de su espiritualidad y el contenido de su
mensaje religioso:
-
Once
Cartas (de las numerosas que escribió).
-
Seis
Semones (sobre los mandamientos).
-
La
Alocución del 4 de Octubre de 1534.
-
Un
esbozo de Constituciones.
-
Algunas
sentencias espirituales.
Las cartas
como los otros escritos de San Antonio M. Zaccaría tienen un destinatario
común: la persona que aceptando su bautismo quiere
construir su existencia solidarizándose al PROYECTO DE DIOS.
El ser humano se
caracteriza por la contingencia social-histórica en el que vive. La historia
cambia, la cultura caracteriza una determinada época, el ser humano "se
hace" a la mentalidad dominante pero en su interior siempre busca una
respuesta que va más allá de lo que oye y de lo que ve; una respuesta que lo
"personifica", que lo "identifica”.
Las cartas de
nuestro fundador van dirigidas a cristianos que solicitan al Santo consejos
para continuar en sus proyectos humanos-cristianos de ofrecer a la sociedad una
alternativa al pensamiento dominante, y un estilo de vida que llame la atención
por su diversificación.
Arrancando de
sus conocimientos sobre la persona "Dios ha creado el Espíritu del hombre
voluble y constante” (carta 2ª) les
impulsa a tomar la iniciativa "arrancando las malas hierbas (idem) y
animándolos a conseguir los objetivos espirituales personales.
Sus cartas
fueron escritas en los años 1531-1539. Años de confusión y de re-afirmación.
Confusión por la difusión y el apoyo a las teorías luteranas; de re-afirmación
(o identificación) de los principios tradicionales. Antonio Maria no entra en
la polémica. Va directamente al meollo: en el conocimiento, en el estudio y la
reflexión sobre la Palabra de Dios (principalmente las cartas de San Pablo), en
el seguimiento a Cristo, muerto y resucitado; hacen el discípulo, no la
novedad, ni la lógica personal, sino el escándalo de la cruz.
No busquemos en estas cartas un estilo literario
correcto, un manual de teología. Leámosla con la voluntad de dar un sentido a
nuestra existencia.