"BARNABITAS ESPAÑA"


LOS DESEOS DE ANTONIO MARÍA


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Deseo que seáis personas humildes, fervientes, amantes del bien del prójimo, que no se asustan  de los rumores de las pasiones y tentaciones sino que conservan siempre el mismo orden de virtud, tanto cuando están afligidos como cuando están tranquilos y son mimados (1.10.04)

 

Mi deseo fue siempre veros crecer a cada momento; y cuando  por casualidad me parecía que no respondíais completamente a mi ánimo como deseaba, era como si me clavaran un cuchillo en el corazón (1.10.02)

 

Deseo que no caigáis en la tibieza, sino que crezcáis continuamente; porque si por casualidad os dejáis atrapar por la tibieza, seréis fariseos en vez de cristianos espirituales (1.11.01)

 

Quisiera y deseo –y sois capaces si lo queréis-  que lleguéis a ser grandes santos, a condición de que queráis aumentar y devolver más bellas, aquellas cualidades y gracias al Crucifijo, de quien las habéis recibido (1.11.06)

 

No penséis que sea un mal pequeño el olvidarse o adormecerse respecto a las intenciones de vuestros guías (1.07.04)

 

Desead verme a mí y mi rostro siempre en los demás [superiores] (1.10.11)

 

Si todos mis hijos tienen tan poco cuidado en contentarme, mejor sería no haberlos engendrado, si después se comportaran de una manera degenerada (1.10.06)

 

Dulce hijo en Cristo ¿por qué eres tan pusilánime y temeroso? ¿No sabes que nunca te puedo abandonar? (1.08.01)

 

Si estuvieras presente, no habría nada que me pudiese impedir abrazarte y hacerte un montón de caricias (1.06.05)

 

Mirad el afecto que os tengo, mirad cómo anhelo el deseo de vuestra perfección, miradme el corazón que os lo muestro abierto. Estoy dispuesto a derramar mi sangre por vosotros (1.11.08)

 

Que Cristo haga realidad mi satisfacción en vosotros (1.10.16)

 

Ni vosotros ni nosotros debemos enfadarnos por las preocupaciones que nos ocurren y nos ocurrirán, porque es Él quien lleva la carga y no nosotros (1.03.13)

 

Que no os ablanden las caricias, ni el ser alabados os embote el cerebro (1.07.10)

 

Juzgamos superfluo el castigar entre nosotros a aquellos que no se dejan abrazar por el amor de la virtud y de Dios, porque no queremos dar leyes de temor, sino de amor puro (3.14.01)







                   
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