Los
verdaderos amantes de Cristo siempre fueron fervientes y diligentes y no
negligentes, por más que nos pese (1.02.13)
Debéis
no sólo conservar, sino aumentar vuestro fervor, porque no progresar es
retroceder (3.12.37)
Llegaréis
a ser tan fervientes que no podréis conteneros en las cosas del divino
beneplácito (3.12.40)
Los
consuelos espirituales que el hombre con toda solicitud ha de procurar tener,
se deben coger con discreción (2.05.10)
Dios,
de forma saludable, suele disminuir el furor y la devoción exterior para que el
hombre aprenda a comprender si en tiempos de aridez obra menos que en tiempos
de fervor exterior; o si mas bien, aunque sin tal fervor, mayor y más
verdaderamente se llena del divino fervor y de provecho espiritual; y además
para que aprenda a compadecerse de los que quizá exteriormente no parecen
devotos (3.12.38)
En
tiempo de aridez aprended a mirar bien dentro de vosotros, si vive todavía en
vosotros la semilla de la buena voluntad; y si es así, no temáis porque en el
tiempo de la aridez Dios está con vosotros de una manera más verdadera y
amorosa de como está con muchos que ya tienen consuelo en su corazón (3.12.41)
El
verdadero espíritu y fervor se puede aumentar renovando a menudo y
gallardamente los propios propósitos y además de con violentos esfuerzos
corporales (3.12.43)
A Dios no le gustan los corazones volubles porque son
generados y alimentados por la infidelidad (3.18.10)