Los Clérigos Regulares de San Pablo
(Barnabitas) fueron fundados por San Antonio Mª Zaccaría = SAMZ (1502 – 1539) durante un período religioso
agitado.
Toda la Sociedad, como la
Iglesia,
necesitaban una reforma, eso es un “renovado fervor cristiano” que
había perdido su vitalidad a causa de la “Tibieza y mediocridad”.
Antonio Mª instituyó un
movimiento reformador que llevaría a “todos, la energía de vida del Espíritu”,
comprometiendo: a sacerdotes que aceptan vivir en comunidad y bajo una regla
(Los Clérigos Regulares de San Pablo); a religiosas activas comprometidas en el
ministerio apostólico (Las Angélicas de San Pablo), la Primera Orden de monjas
no contemplativas (no de clausura) y a laicos, especialmente cónyuges,
comprometidos tanto en la vida espiritual como en la labor pastoral (Los Laicos
de San Pablo).
Antonio Mª halló (descubrió)
ímpetu y conocimiento, para su proyecto de reforma, en la vida y escritos de
San Pablo Apóstol: En él halla el ejemplo, el modelo, para quien quiere convertirse
a Cristo: para ello Antonio Mª
eligió a San Pablo como Patrón inspirador y guía
para su movimiento reformador, cuyos miembros fueron llamados originalmente
“hijos y progenie de Pablo” (Carta 7).
La espiritualidad Paulina fue primero absorbida y vivida
por el mismo San Antonio Mª y luego propuesta a los “hijos y progenie de
Pablo”. La dinámica del camino espiritual “paulino” de Antonio Mª la
encontramos en la lectura de sus escritos, cuyas “etapas” principales son las
siguientes:
q Observancia del Decálogo.
(Sermón 1º)
q Gradual crecimiento del
fervor cristiano. (Sermón 2º)
q Conocimiento de la “luz” y
el “fuego” necesarios para empezar con
decisión el camino de la reforma. (Carta 12)
q Deseo de alcanzar una
perfección total. (Cartas 10 y 11)
q Buscar ante todo el puro
honor (y Gloria) de Dios. (Constituciones nº 16 y 18)
q Abrazar apasionadamente una
teología de la Cruz. (Cartas 4 y 5)
El Camino Espiritual
“Paulino” de Antonio Mª, se apoya en las pautas esenciales y en los elementos
fundamentales de toda espiritualidad:
q Eucaristía (Sermón 3)
q Oración, especialmente la
mental (Carta 3)
q Contemplación (Sermón 3)
q Compromiso Ascético (Carta
11)
q Silencio Interior y exterior
(Constituciones 18. 12 y Carta 9)
q Estudio de la Sagrada
Escritura (Constituciones 8)
q Estudio de la auténtica
Tradición de la Iglesia (Const. 8)
q Encuentros espirituales
(Constituciones 9)
q Responsabilidad personal
para un crecimiento comunitario (Constituciones 12)
El mejor enunciado de las
Constituciones de 1579, acerca del Carisma del Fundador, lo hallamos en la
siguiente expresión: “Saeculo renunciantes, totosque nos Deo dedicantes,
animarum salute deserviamus (Renunciando al mundo “siglo” - sirviendo
totalmente a Dios, buscamos la Salvación de las almas” (Consti. 1.1)
La revisión de las
Constotuciones de 1984 afirmaron (Constotuciones, 7):
-
Renuncia al espíritu del
mundo.
Reformamos la mundanidad y cultivamos el crecimiento interior en la Comunidad,
con una intensa vida espiritual y ascética.
-
Total entrega a Dios. Damos testimonio de
nuestra entrega a Dios ante todo con nuestra vida interior y el ministerio
pastoral, fundados en el Crucificado y en la Eucaristía.
-
Servicio Apostólico a
nuestros hermanos. Estamos abiertos a nuestros hermanos y hermanas, incondicional y
universalmente, sobre todo por nuestro amor prioritario a los pobres
(Constituciones 91) y promoviendo la justicia y la paz.
OTROS RASGOS DE NUESTRO CARISMA
Nuestra
sensibilidad eclesial se manifiesta en nuestra acción, en la Misión de la
Iglesia Universal y nuestra cooperación con los Obispos (episcoporum
adiutores).
Un sentido discreto que es llevado más allá de la
teoría y testimoniado por religiosos ricos en sabiduría y virtudes que
transmitimos a cada generación. Este valor específico lo expresamos en los siguientes:
q Unidad fraternal, sin
uniformidad.
q Libertad espiritual e
intelectual que nos hace rehuir de todo extremismo.
q Una actitud respetuosa y
acogedora hacia todo el mundo, permeada de tolerancia y afabilidad.
q Atención a los otros y a la
comunidad.